La primera vez que observé un gesto extraño fue cuando Carmen estaba conduciendo. Llevaba constantemente la mano a la palanca de cambios como una especie de tic. Apenas le di importancia pero ese es el primer recuerdo que tengo.
A raíz de esto la observaba y veía que cuando estaba realizando alguna tarea en casa también tenía algunos tics en la cara.
Poco a poco los movimientos incontrolados fueron haciéndose más evidentes y poco a poco su carácter también empezó a cambiar.
Se estaba convirtiendo en una obsesa de la limpieza, siempre había algo que limpiar, todo estaba siempre sucio y además había que limpiarlo inmediatamente sin que pudiera esperar a otro momento.
Su capacidad de razonamiento también fue variando, no entendía que no era necesario estar limpiando constantemente y que manteniendo unos limites razonables de limpieza se podía vivir perfectamente.
Estos temas se fueron convirtiendo en motivo de discusión cada vez más a menudo. He llegado a pasar la aspiradora a las 12 de la noche para no tener que discutir con ella.
En lo referente a los tics y los movimientos, cuando se lo comentaba siempre me decía que eran cosas mías, que a ella le daban escalofríos y que por eso hacía esos movimientos.
Mi cabeza no paraba de darle vueltas al asunto, las piezas por desgracia iban encajando.
La enfermedad de Huntington, los recuerdos de su padre y su carácter hereditario hicieron su primer acto de presencia.
Teníamos que ir al médico y que nos dieran un diagnóstico lo antes posible.