La paciencia, el arte de no perder la calma

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La paciencia de los caracoles

Le pregunté a mi hijo pequeño qué  le parecía apropiado que escribiera en el blog y sin dudarlo un instante me contestó: tienes que hablar de la paciencia.

Me sorprendió su respuesta tan rápida porque no es que me sienta una persona especialmente paciente, pero si es cierto que con el paso del tiempo todos hemos hemos conseguido hacernos con una buena dosis y eso siempre viene bien en la vida en general . Y cuidando a una persona con una enfermedad degenerativa, se hace más importante todavía.

Por definición, la paciencia es «la capacidad que posee una persona para tolerar o soportar una determinada situación sin experimentar nerviosismo ni perder la calma».

Tengo que reconocer, que sobre todo al principio de la aparición de la enfermedad, andaba muy lejano de lo que dice la definición y a menudo explotaba.

Durante los primeros síntomas de la enfermedad y en referencia a su carácter, a Carmen le fue afectando sobre todo en hacerse más obsesiva con algunos aspectos de la vida cotidiana.

Fue aumentando el nivel de exigencia en la limpieza de la casa y también fue en aumento en la necesidad de que nuestros hijos aprovecharan el tiempo en sus estudios.

Dos aspectos que en su justa medida son buenos y tienen sentido, pero cuando se sobrepasan determinados niveles hace que la paciencia se pierda con suma facilidad.

Limpiar sobre limpio y recordar a los niños constantemente la importancia de no perder el tiempo para estudiar  hizo que en muchas ocasiones perdiéramos todos la calma con ella.

Hoy me doy cuenta que en ese momento no éramos del todo conscientes de que su carácter estaba cambiando lentamente por el desarrollo de la enfermedad, ya que a simple vista los tics era lo único que creíamos que  lo reflejaba.

Intentar no perder la calma (no siempre lo conseguía) y tratar de explicarles a mis hijos lo que estaba ocurriendo, ha sido una de los ejercicios más difíciles que he tenido que hacer en este aspecto.

Existe una línea muy fina que separa el tener paciencia y la pérdida de la misma.

En la mayoría de las ocasiones es un «click» lo que hace de detonante y ya nos encontramos en el otro lado de la raya.

Es importante tratar de identificar qué cosas nos hacen saltar y ver de qué manera podemos mejorar esta cuestión que además tanto puede afectar a la persona que cuidamos.

En mi caso, relaciono mucho la paciencia con la aceptación de una realidad.

Durante mucho tiempo he peleado por cosas que en ese momento creía que tenía alguna posibilidad de poder cambiar, he necesitado tiempo para aceptar que una enfermedad degenerativa lleva su proceso inalterable.

Pero, una vez aceptado, la franja de la paciencia aumenta considerablemente y te hace darte cuenta que puedes convertirte en un buen compañero de viaje y hacer que tu entorno puedo beneficiarse de ello.

No hago yoga ni meditación, algo que recomiendan para poder mejorar, y no dudo que así sea, pero personalmente no lo práctico.

Esto es lo que a mí me funciona y ha hecho que con el paso del tiempo me vaya convirtiendo en una persona cada vez más paciente:

– Informarme todo lo posible acerca de la enfermedad.

Esto hace que los comportamientos y reacciones del enfermo/a los puedas entender mejor y no proyectes determinadas reacciones como algo personal sino como una consecuencia de la enfermedad.

Se acabó la lógica en las discusiones.

– Tomar conciencia de aquellas cosas en las que no puedo intervenir.

Emplear los esfuerzos en aquellas que mi intervención es más provechosa.

– Tener tiempos de respiro y desconexión.

Buscar a alguien que te pueda ayudar y te permita que puedas tener momentos en los que la responsabilidad no sea plenamente tuya.

En mi caso he logrado formar un equipo (ahí me sale la vena de base organizador) que nos obliga a asumir una  serie de responsabilidades (unos en mayor medida que otros) y que en momentos determinados se pueden variar en función de las circunstancias.

– No tratar de tenerlo todo controlado.

Es necesario tener un margen  para la improvisación y así, cuando algo no sale como está previsto no será un detonante para perder la paciencia.

Hay cosas o situaciones que tiene su ritmo y su momento y por mucho que nos empeñemos no vamos a conseguir variarlas.

– Distinguir las cosas sin importancia.

Pensar si de verdad son cosas importantes como para alterarse.

Si no son cosas verdaderamente importantes no merece la pena perder la calma, y si lo son, ya veremos como las afrontamos.

– Saber distanciarme a tiempo.

En los momentos que percibo que voy a perder la paciencia, intentar cambiar de actividad,  darte un paseo, respirar tranquilamente, escuchar música, salir de la escena en la que te encuentras.

Pasado un rato, las cosas se suelen ver de otra manera y has conseguido que no haya  habido nadie perjudicado en el proceso.

 

Los sentimientos y las emociones juegan un papel fundamental en la relación con la persona que cuidamos por eso es muy importante que en determinadas ocasiones tratemos de ver los problemas desde fuera y eso hará que tomemos unas decisiones mucho más racionales y sobre todo que favorezcan a ambas partes.

 

¿Y tú? ¿Qué haces para tener más paciencia?

¿Qué es lo que te hace perder la calma y ponerte de los nervios?

Házmelo saber en los comentarios que seguro que puede ser de utilidad.

 

Te dejo un vídeo de este pasado verano donde con un poco de paciencia y la canción del momento, conseguíamos que Carmen hiciera un poco de ejercicio y además fuera uno de los momentos más divertidos del día.

10 Comentarios

  1. Patricia dice:

    Acabo de enterarme de la existencia de tu blog a través de la página de Facebook , llevo tiempo siguiendo los artículos y historias que suben en Facebook pero nunca me animo a comentar.
    He sentido la necesidad de comentar después de leer la primera visita al médico y la paciencia ( iré leyendo cada entrada que compartas ) . Mi madre padece esta enfermedad desde hace años y también está en fase avanzada. En cada frase que has compartido me he sentido identificada, tenía que parar y respirar un poco para seguir leyendo. Mi «táctica» ( por llamarlo de alguna forma ) para la paciencia es decirle palabras cariñosas en vez de estallar y a mi me funciona jajaja también respirar hondo y intentar buscar ratos para distraerme. Gracias por compartir aquí vuestra historia y mucha fuerza y ánimos! Un abrazo

  2. Julia dice:

    Javier, soy Julia, la mujer de Enrique Vázquez, tu compañero. Cuando comencé a leer tu blog sentí ganas de expresarte muchas cosas, admiración, agradecimiento, ánimo…., pero no tuve paciencia para sentarme y expresártelas por escrito, quizás verbalmente lo hubiera hecho, me resulta mas fácil.
    Ahora cuando he leído sobre la paciencia, he decidido que no podía dejar de manifestarte el bien que me hace leer esto, pero no ya solo para situaciones extremas o muyyyy notables, sino para el día a día, muchas veces no me paro a ver que es lo realmente importante, y en esos momento todo se desborda porque cualquier cosa parace fundamental, pero la verdad es que no es así, hay que aprender a relativizar, parar y elegir las batallas.
    Así que eso, que el que compartas tu experiencia me hace bien, es una terapia y fogonazos que me hacen plantearme muchos de mis comportamiento. GRACIAS Y ÁNIMO PARA SEGUIR CON ESA ACTITUD.

    • Muchas gracias Julia por dar tu opinión y escribir, me alegra mucho que el plantear estas cosas puedan ser de utilidad. La próxima vez que coincidamos lo hablamos detenidamente tomando una cervecita.
      Un beso.

  3. Elena dice:

    !!!Cuánto tengo que aprender de paciencia!!! ¿¿No hay ninguna pildorica?? 🙂 Un abrazo.

  4. Jose Luis dice:

    Es la primera ocasion que tengo contacto con personas que estan en mi misma situacion, aunque bastante mas preparados que yo.
    Toda mi admiración.

  5. Javier Gonzalez dice:

    Tras la paciencia se pueden esconder sentimientos tan encontrados como el AMOR, la impotencia, CARIÑO, frustración, TERNURA, incomprensión. Que importante es aprender a vivir con lo que nos toca vivir. Un abrazo muy fuerte Chinche!!

  6. Carmen de los Santos García dice:

    Es verdad que tienes mucha paciencia con todo lo que te rodea y debo confesar que al principio no entendía como no dabas dos gritos en algunas situaciones , a mi no me faltaron ganas y me considero una persona paciente , después comprendí que no merecía la pena discutir e intentar razonar , de todas formas toda mi admiración……

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